Imagine ahorrar todo un año para tomar sus vacaciones en un hotel de ensueño. Por fin llega el día y usted está en esa anhelada habitación, gozando de un merecido descanso. De repente todo se vuelve confuso, escucha un abaleo en el corredor y lo que debía ser un momento de felicidad y confort se vuelve en un instante de terror.
Esta escena no es de una película, fue la realidad de los huéspedes de un hotel de Las Vegas (Estados Unidos) y que dejó como resultado no sólo la pérdida de vidas humanas, sino que obligó a esta cadena hotelera a asumir importantes consecuencias legales y económicas.
¿Era factible saber que estos hechos iban a pasar? Por supuesto que no… ¿Se pueden tomar medidas para que no se repitan en ninguna parte del mundo? ¡Claro que sí! Y es que ante las modalidades delictivas actuales y el nivel de inseguridad que se vive en el mundo, hay que tomar medidas efectivas que protejan a las personas y a las instituciones.
Hablando de la intrusión meramente física (también puede ser cibernética), las consecuencias de este tipo de hechos no solo son en el plano emocional, sino también en el económico, ¿será que los clientes habituales del hotel de Las Vegas se sentirán tranquilos de alojarse allí luego del suceso mencionado? No en vano algunos analistas financieros determinaron que la demanda en el mercado de Las Vegas caería entre un 4% y un 6% después de ese acto de terrorismo.
Si sumado a esto, pensamos en que una organización invierte tiempo, dinero y mucho esfuerzo en consolidar su marca y en solo un segundo, todo esto se puede venir abajo por hechos como los mencionados anteriormente, entonces es claro que se deben tomar medidas contundentes, más si se tiene en cuenta que cualquier empresa puede ser víctima de estas intrusiones.
Una floja protección expone a las empresas a situaciones peligrosas que arriesgan la seguridad de las personas, por ejemplo, si ingresan a espacios donde sólo pueden estar personal autorizado y entrenado.
El riesgo también se puede dimensionar en los bienes de la empresa, que pueden ser tangibles –productos o insumos- o intangibles –información-, de cualquier manera, son valiosos para la organización, por lo que es importante controlar el acceso a estos bienes para que no caigan en manos de personas no autorizadas.
Y es que este tema es tan relevante que incluso las operaciones de una empresa pueden verse interrumpidas cuando una persona no autorizada ingresa al edificio, tanto así, que en algunos casos el control de acceso físico es un requisito para que una empresa pueda operar, teniendo que presentar la prueba de cumplimiento de dichos requerimientos cuando se presenta una auditoría.
En mi experiencia puedo decir que, puntualizando en las intrusiones físicas, las puertas giratorias convencionales no pueden proveer el nivel de seguridad suficiente que se requiere para prevenir que la compañía se vea afectada en distintos niveles.
Ante este escenario es vital que las empresas se hagan estas tres preguntas para definir el paso a seguir en cuanto a la solución a implementar para blindarse frente a los riesgos referidos: ¿Qué tan vulnerable está su organización ante una intrusión potencial? ¿Cuáles son los costos potenciales que tendría que asumir su empresa si una persona no autorizada entra al edificio? Y si estos costos no son aceptables, ¿qué compromisos, en términos de presupuesto y procesos, está dispuesta a asumir su organización para limitar su vulnerabilidad ante intrusiones?
Sin embargo, actualmente existe un equipo que es reconocido por ser el más efectivo para controlar el número y la dirección de las personas que cruzan por un punto de ingreso. Se trata de las entradas de seguridad, las cuales ofrecen múltiples posibilidades de seguridad como flujo separado de usuarios (visitantes y empleados), individualización de la identidad de cada persona que cruza la puerta y claridad sobre si dicho sujeto ingresó solo, esto con el fin de evitar que las áreas sensibles sean víctimas de intrusión.
Si bien es cierto que estas entradas de seguridad ofrecen un amplio rango de estilos, costos y métodos de operación, todas comparten la misma base: el propósito de crear una barrera que evite el paso no autorizado, a la vez que facilita el ingreso a los usuarios acreditados.
Además, ponemos a disposición de los clientes un grupo de asesores plenamente facultados para orientar el proceso de adquisición de la puerta de seguridad ideal.
Sensación de vulnerabilidad, pérdidas económicas, traumas severos, frustración, ansiedad e inquietud son algunos de los efectos padecidos por las víctimas de una intrusión y aunque como dice el adagio: “Nadie escarmienta en cabeza ajena”, en este caso es fundamental tener en cuenta lo sucedido en el mundo y tomar medidas preventivas que eviten que hechos similares sucedan en nuestra empresa. Así las cosas, invertir en una entrada de seguridad no resultaría una mala inversión para cualquier organización que esté buscando controlar eficientemente el acceso a cualquier punto de su infraestructura… ¿O sí?