¿Cómo diferenciar cuando compramos simplemente una puerta de cuando realmente hemos instalado la solución ideal para nuestras necesidades?
Tal y como hemos dicho en anteriores artículos, la puerta de entrada a cualquier instalación física es el primer elemento del sistema de seguridad física, de tal manera que elegirla no es una acción que deba dejarse al azar.
Abundan los casos en que la puerta, el torniquete o la barrera no es coherente con la verdadera necesidad: ya sea porque el equipo queda por debajo o por encima de las demandas reales de tránsito de usuarios o porque no cumple con los niveles de seguridad esperados. Hay algunas implementaciones que, incluso, entorpecen el ingreso o lo hacen más inseguro.
Así que, precisamente, el primer paso para reconocer una puerta de una solución de ingreso es establecer cuáles son esas necesidades que se desean cubrir.
En ese sentido, hay que saber, antes que nada, que tanto las puertas como los torniquetes son útiles para uno o varios de los siguientes objetivos con relación al tráfico de usuarios: prevenir, detectar, persuadir o controlar. Con relación a las necesidades específicas del usuario, éstas pueden ser muy variadas, van desde lo estético y lo funcional hasta la seguridad y el presupuesto.
¿Cuáles son tus objetivos?
Antes de adquirir una solución de ingreso seguro, el usuario debe tener claro su objetivo particular: proteger activos, impedir delitos, restringir el acceso de personas, aumentar la seguridad del personal, incrementar la productividad en el tiempo o controlar el ingreso de los trabajadores, entre otros.
Además, hay que tener en cuenta el aspecto físico que va de la mano con el técnico y el estético, medidas, flujo de peatones, arquitectura, etc.
Así que ¿en qué momento una barrera de ingreso se convierte en una solución? Sin mucho análisis podría decirse que cuando satisface las necesidades de tráfico de usuarios y de seguridad del establecimiento. Sin embargo, existe una serie de elementos diferenciadores que pocas veces son considerados y que le dan el significado de solución a un equipo de este tipo, tres de ellos son el retorno de la inversión, el soporte o acompañamiento personalizado permanente y contar con fabricantes de calidad.
Rotorno de la inversión
Cuando se habla de retorno de la inversión se hace referencia al costo de operación anual de un producto. En el caso de las puertas o los torniquetes ese tema es distinto para cada caso.
Por ejemplo, cuando se tiene un torniquete de media altura, la inversión inicial y de instalación puede ser muy pequeña; no obstante, el costo anual es más elevado puesto que los torniquetes requieren vigilancia permanente, por lo que es necesario contratar los servicios de un guardia. Por otra parte, una puerta giratoria, por ejemplo, no necesita este servicio adicional, de tal manera que el costo inicial de la compra es mucho más alto, pero el costo de operación anual es mucho más bajo, así que el retorno de la inversión es mucho más rápido.
Soporte y acompañamiento en todas las etapas
Un elemento importante que diferencia un producto de una solución es el soporte y, sobre todo, el acompañamiento durante todo el proceso. El fabricante, el instalador, el diseñador, y el ingeniero no deben solo estar presentes al momento de la compra y la instalación y luego abandonar al cliente. Antes y después de ese proceso su acompañamiento y su conocimiento son vitales.
En la etapa previa a la instalación es fundamental entender que no existen dos situaciones o necesidades iguales, tal vez similares, pero nunca iguales. Por lo que cada cliente es único en sus requerimientos de la misma forma en que la solución no es la misma para todos.
Asimismo, la etapa posterior a la instalación, la capacitación, la instrucción y la respuesta oportuna ante dudas, quejas u observaciones que surjan durante la operación de la solución es un paso trascendental en la experiencia del usuario.
Fabricantes de calidad
Encontrar un fabricante de calidad puede ser la forma de encontrar verdaderas soluciones.
Este tipo de compañías no se conforman con entregar un producto genérico para todos los casos. Más bien proponen soluciones a la medida, analizan las necesidades específicas, hacen presencia en el lugar de instalación para verificar de primera mano las particularidades del proyecto y hacen la mejor propuesta posible enfocada en el cliente.
Para lograr este despliegue logístico es necesario que la compañía cuente con una red global, esto es no solo tener una fábrica en un país, sino tener presencia expandida en otros puntos geográficos, contar con una estrategia de representación geográfica para atender de forma adecuada a cada cliente.
Asimismo, el talento humano que logre asesorar de forma personalizada a cada cliente es vital en el proceso. No es lo mismo un empleado que trabaje como representante de fábrica que uno interesado por el desarrollo del negocio; en el primer caso ese empleado realizará una llamada anual de mantenimiento al cliente y llenará una evaluación general; en el segundo, se tratará de un empleado que establece relaciones de confianza con el cliente, que lo conoce cara a cara, que trabaja de la mano con la red de proveedores, de integradores y de distribuidores de su región.
Un fabricante de calidad reconoce en la etapa de capacitación a los clientes un eslabón trascendental en la cadena de valor, porque la capacitación ayuda a mejorar la experiencia del usuario final con la solución, a entender su alcance, a operarla adecuadamente, a optimizarla y a sacarle el mejor provecho.
En ese sentido, la capacitación permanente también debe impactar el talento humano del fabricante de calidad. Contar con profesionales actualizados, formados, capacitados y certificados aumenta las probabilidades de satisfacer las necesidades del cliente.
Así pues, instalar una solución no depende exclusivamente del producto y sus características técnicas, sino además de un conjunto de valores agregados que hacen toda la diferencia en la satisfacción de necesidades reales y el mejoramiento de la experiencia del usuario.